Hasta 2014, esta cuestión se resolvía durante la reunión técnica que los delegados de ambos clubs y el árbitro tenían minutos antes de dar comienzo el encuentro. Uno de los equipos tiene que renunciar a sus franjas rojas y blancas para evitar que el árbitro o el espectador, ya sea en el estadio o a través de la televisión, puedan confundirlas.