El único resultado que permitiría la permanencia de Argentinos en la A era un triunfo. De la intrascendencia en mitad de tabla con un equipo que jugaba mal y carecía de referentes, se acabó en un insólito penúltimo puesto hacia el final del Metropolitano, que como en viejas épocas comprometía la permanencia del equipo en Primera. De la mano del plantel comandado por Caruso, que se completaba como es de esperarse con una gran camada de canteranos entre quienes destacan Néstor Ortigoza y Matías Caruzzo, Argentinos se volvió un equipo durísimo, quizás conservador, pero muy complejo de enfrentar en cualquier estadio.